miércoles, 12 de octubre de 2011

Corazones enlatados.

Aquéllas personas que encierran sus sentimientos muy dentro de sí, para que no se escapen. Para que no hagan daño, y para no sufrir ellas mismas. Son esas las personas que esconden el amor entre los recovecos de su alma herida, esperando a que otro corazón perdido las encuentre, y las cure, sin saber que, los corazones rotos, rotos se quedan, por mucho amor que reciban después de los golpes.
Son esas personas, las que aman sin ser amadas, las que no aman al ser amado. Aquéllas que ignoran lo que sienten, por miedo a equivocarse.
¿Pero que es el amor, sino la mayor equivocación que existe? Es un error.
Son personas con el corazón enlatado. Que sienten, pero no quieren padecer. Que padecen, aún sintiendo que no deben. Son esas las personas, que encierran la verdad, oculta tras el oscuro velo de la mentira.
A veces pienso, que yo soy una de esas personas. Oculto la verdad tras una máscara. No dejo que nadie entre, pero tampoco que nadie salga, y ese es mi mayor defecto.
Porque en este corazón marchito, hay pedazos de vida que no deberían habitarlo, y que desquebrajan poco a poco la armadura que creé para que nadie pudiera romperme. Pero hay armaduras que se hacen de papel, y se rompen con un simple roce, o una caricia.
Hay corazones que, sin embargo, sobreviven a esos estallidos de dolor que a otros les parecen eternos.
Hay corazones fuertes que luchan, que pelean por su felicidad, que siempre salen adelante, por muchos
baches que haya en su camino.
Hay corazones que, sobre todas las cosas, persisten en su intento por encontrar el amor que tantas veces les fue arrebatado. Los hay, que desean más que nada, dar amor.
Es una lástima que mi corazón aún esté embotellado.

[Porque de tanto amor que dí, perdí la fuerza para seguir amando.]

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